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8 marzo 2013 5 08 /03 /marzo /2013 15:42

EL ESTADO PATERNALISTA

 

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En estos días me hacía eco de la publicación en twitter de la página de Erich Honecker, el que fue  jefe de estado de la República Democrática Alemana entre 1976 y 1989, y que murió en Santiago de Chile en 1994. Los que llevan su página en Twitter publicaron lo siguiente: “Chávez compraba votos de los venezolanos pobres con trabajo y vivienda digna. Yo voto a los que me los quitan, porque soy europeo y listo”.

Un amigo comentó: los ranchos siguieron creciendo. Sin duda esto es un dato totalmente irrefutable. Pero, sin embargo, en los dos años que llevo en Venezuela he visto, con perplejidad, como  la construcción de viviendas de interés social se ha convertido en una actividad prácticamente de carácter casi masivo.

De tal manera que le respondí: como se nota que no has estado en Caracas o Maiquetía últimamente; la avenida Bolívar, de lado a lado, está llena de edificios de la Misión Vivienda, lo mismo ocurre en Bellas Artes, Avenida Libertador, Andrés Bello, entrada de San Benardino, Avenida Nueva Granada, San Agustín del Sur y del Norte, Quinta Crespo, Avenida Baralt...y en Maiquetía, cuando vas para Naiguatá llega un momento que pasas por una línea continua de este tipo de viviendas...sin contar Ciudad Fuerte Tiuna,  Guarenas, Guatire...en el estado Nueva Esparta (isla Margarita)...

Mi información hizo que se integrasen  a los comentarios otros venezolanos y uno de ellos decía: “(…) es verdad que este proceso político le ha dado al pueblo, marginado por muchos años, lo necesario para vivir ....eso es innegable....pero este proyecto paternalista basado en el modelo anacrónico cubano también ha dañado nuestra nación ..... no podemos surgir hacia una nación libre y próspera mientras estamos esperando que “papa gobierno” nos solucione todo...”.

 Mi respuesta a esta intervención fue: (…) la clase media venezolana(…) crítica con este "estado paternalista" no es crítica,  sin embargo, con la ingente cantidad de recursos económicos que el gobierno le dio, en su día, a los bancos para "rescatarlos". Y, por cierto, tampoco se preocupa por querer saber si ese dinero fue devuelto, si ese dinero fue invertido en el país o salió fuera... ni tampoco parece preocuparse por la forma cómo llegó a esa situación el sistema financiero venezolano ¿Por qué esa preocupación por lo que se "gasta" en los pobres y esa nula crítica a lo que se dio a los bancos? ¿No será que la clase media venezolana tiene una visión "parcializada" de la realidad por, justamente, falta de información?

Y es que en las últimas décadas en Venezuela se han producido las dos más importantes crisis financieras que se han registrado a nivel mundial. Voy a referirme a una de las más importantes, la de enero de 1994, la primera de ellas. En aquel momento el segundo banco en importancia del país -el Banco Latino- salió del sistema  financiero  por lo que pareció en principio un problema circunstancial de liquidez. Como en un efecto dominó, otros bancos, grandes y pequeños, empezaron a sufrir las consecuencias de lo que ya se perfilaba como una crisis de "insolvencia estructural" que se extendía por todo el sector financiero venezolano.

En realidad de que algo pasaba en los bancos venezolanos se intuyó años antes, desde el mismo momento en que el público comenzó a recibir intereses por sus ahorros de hasta un 80% en diferentes instrumentos financieros. Mientras, el problema crecía silenciosamente, muchos venezolanos llegaron a vender su vivienda principal, dividían el dinero en varias instituciones financieras y planificaban un cómodo futuro "viviendo de las rentas" que les generaban los generosos beneficios.

Pero el caso es que la bomba de tiempo que era el sistema financiero venezolano estalló finalmente y afectó a un tercio de la población, a casi la mitad de las instituciones financieras y el costó para el estado venezolano se elevó al 10% del PIB (Producto Interno Bruto). Como resultado de este rescate ese año el PIB del país cerró con una caída del 3,3% y millones de personas terminaron con sus fondos congelados en la banca intervenida.

Los economistas que analizaron la situación indicaron que antes del  crash se había registrado  una falta de control sobre la banca y, como consecuencia,  una actitud irresponsable y delictiva por parte de los banqueros que, según Luis Fernando Egaña, ministro de Comunicación del presidente Rafael Caldera, al frente de la magistratura en aquel momento, “en muchos casos dejaron a un lado su función fundamental de intermediación financiera para convertirse en instrumento de negocios con mucha osadía,  comprometiendo con su conducta los recursos del sistema financiero venezolano".

Según Egaña los sistemas de vigilancia del estado no detectaron, o no prestaron suficiente atención, a algunas malas prácticas bancarias, como la de contratar préstamos con sectores conexos: los banqueros se prestaban dinero a sí mismos. A esto hay que añadir que se  registró una combinación peligrosa e insana entre sectores políticos y sectores financieros que ayudó a crear aquella burbuja debido a que en parte los recursos se desviaban a actividades de los propios accionistas y directivos de las instituciones financieras. Muchas de estas actividades eran altamente riesgosas.

El rescate se realizó, además, en un marco  económico muy malo para el país por la caída del precio del crudo en el mercado internacional (llegó a cotizarse en US$ 8). Todo ello provocó que se  agudizara una inédita inestabilidad política que ya había empezado en 1989 con el estallido social conocido como el Caracazo, reacción de la población ante las medidas impuestas por el FMI durante el inicio del segundo mandato de Carlos Andrés Pérez.

Tras el crash, y la intervención estatal,  el sistema financiero estaba saneado a los 18 meses y a los 36 muchas de las entidades intervenidas, y nacionalizadas, fueron privatizadas nuevamente. Por todo esto hoy en día me sorprende escuchar a los venezolanos criticar al estado “paternalista” por su actitud de ayuda a los más desfavorecidos, al mismo tiempo que no escucho que ningún ciudadano critique la actuación “paternalista” del estado que auxilió a los bancos durante una de las peores crisis que, por concepto de ingresos,  sufrió el país.

La clase media venezolana ni siquiera se pregunta si aquel dinero fue recuperado, que por suepuesto, no lo fue. Les da igual que los ingresos por concepto del petróleo, patrimonio de todos, hayan terminado subsanando una conducta delictiva de los dueños y los altos dirigentes de los bancos en un momento en que la población estaba sufriendo las consecuencias de la baja de ingresos procedente de la venta del petróleo y por el pago de intereses de una cuantiosa deuda externa.

¡Qué diferente esta clase media venezolana, por ejemplo, con la clase media de los  países del sur de Europa! Mientras la clase media de Venezuela se desentiende de las necesidades de los más desfavorecidos de su entorno,  las clases medias europeas, en un gesto de lucidez sin precedentes, reclaman solidaridad para los más afectados por la crisis y castigo para los que la causaron. Cuidar la cohesión social de un país trae sus efectos favorables. No en vano durante el siglo XX esta sociedad consiguió conquistar un bienestar para la mayoría nunca antes visto. Esperemos que no lo pierdan y , al mismo tiempo, esperemos que la clase media venezolana despierte de su largo letargo y tome conciencia de que el bienestar general y común forma parte de su bienestar.

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