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23 enero 2012 1 23 /01 /enero /2012 14:01

 

AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR

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Quizás todas aquellas personas que han leído “Un nido de ratas del derecho”        se pregunten cómo está el estado de mis trámites legales en Venezuela. Por ello para aquellos que tengan curiosidad se lo cuento: un mes más tarde todavía están en la línea cero. Y procedo a contar por qué.

Tras, supuestamente finalizar los documentos a redactar por los cuales ya habían cobrado más del 50% del costo total, los abogados procedieron a entregármelos para introducirlos en los organismos correspondientes. De eso ya hace un mes. El problema es que lo que me entregaron no estaba completo: por una parte faltaba  anexar al conjunto total de documentos una fotocopia de su cédula de identidad (DNI en España) y otra fotocopia de su carnet de  inpreabogado del letrado asistente. Pero no lo hizo. ¿Ignorancia? ¿Mala intención?

El caso es que si no hubiese entregado esos documentos a tiempo, caso muy probable, habría incurrido en una infracción que hubiese ameritado una multa. Quizás este punto pueda hacernos pensar en mala intención y en una revancha por parte de los abogados tras los desacuerdos surgidos entre cliente y agente que oferta un servicio.     Afortunadamente logré sortear este escollo y simplemente conseguí  un papel de requerimiento que me instaba a presentar dichas fotocopias en un plazo de 20 días hábiles. Con este cometido procedí  a  llamar a los susodichos juristas para solicitarlas. Después de un tiempo me hicieron saber que no podían entregármelas porque estaban de vacaciones. En total  tendría que esperar once días hábiles. Mientras mis trámites estarían paralizados.  

Bien procedí a realizar una segunda gestión con dicha  documentación y entonces el organismo público competente al que me dirigí me informó que dicha documentación estaba incompleta  y que tenía que retornar con los abogados asistentes  para solicitarles que la completasen. Cuando revisé detenidamente la parte de la documentación que me señalaban me percate de que, efectivamente, no sólo no estaba completa dicha diligencia sino que, además, había quedado fuera un apartado por el cual estos abogados me habían cobrado el equivalente a un salario mínimo venezolano, siempre fuera de los honorarios pactados en un principio, por redactar tres cartas para gestionarlo. De cobrar el estipendio no se olvidaron ¡faltaba más!, pero de incluirla en la redacción final, eso sí, lo dejaron totalmente de lado.

Dado que no contestaban al teléfono celular (móvil en España) mandé un mensaje al hermano que había redactado el documento, informándole de que faltaba este punto y recordándole también que si de su inclusión no se habían acordado, del cobro por la redacción de las cartas necesarias no se les había quedado en el tintero. La respuesta fue la misma: cuando regresase de vacaciones solucionaría el problema. Evidentemente no tenían prisa ninguna. Ellos ya habían cobrado el 100 por cien de sus honorarios, ¿qué les importaba?  

Seguí esperando con paciencia. Cuando finalmente el hermano encargado me da  las fotocopias de su cédula, del carnet y la corrección necesaria para entregarla en el organismo correspondiente, me enteró que dicha corrección no servía. Y ahí fue donde constaté que los abogados que me recomendó  el hermano de mi amiga desconocía sino todos los procedimientos para realizar dicho trámite, sí algunos de ellos debido que el Código que los rige habían sido modificados en el 2001 con la redacción de uno nuevo y ambos desconocían, once años más tarde, la legislación respectiva al respecto. Si estos abogados no estaban debidamente preparados para asesorar en el tema, si lo estaban para cobrar. Yo creo que  equivalente a diecisiete salarios  mínimos venezolanos es demasiado para pagar a  unos principiantes.  Evidentemente, estos abogados sobreestiman en  mucho su capacidad de ejecución.

Pero la cosa no se queda ahí: una vez que les digo que tienen que rehacer el documento, de nuevo, de principio a fin, el hermano responsable de hacerlo, Alfredo González, me pide que yo, personalmente,  busque las planillas necesarias para ello. En esta ocasión me quedé atónita con su desfachatez. Nuevamente no sabía que pensar. Me sentí, una vez más, inmersa en el ambiente de realismo mágico de las obras de García Márquez: ¿tras cobrar lo que cobraron, aún tenía que buscarles la planilla? ¿Estaba ante unos desvergonzados? ¿Unos ineptos? ¿Ante quién estaba yo?

Tengo que decir que cuando redacté el anterior artículo sobre este tema, una amiga española me solicitó que no dijese que estos ya no tan  jóvenes abogados (estarán cerca de los 40 años), eran hijos de españoles por la vergüenza ajena que le causaban. Y aquí tengo que explicarle a mi amiga que sí tengo que decirlo, una y otra vez; a ella y a todos los españoles, tengo que aclararles  que entre emigrantes y refugiados de la guerra civil llegaron a Venezuela gente de diferentes partes de España que hicieron una gran contribución a Venezuela, con su trabajo honesto, duro, constante y bien hecho. A estas personas no sólo el estado venezolano, representando por los diferentes partidos tanto  de la anterior república, como del actual régimen,  sino también los venezolanos de a pie, le han reconocido su labor y la han alabado gratamente.

Pero de igual modo tengo que decir que entre los miles de españoles que llegaron a este país también estaban aquellos que sólo pensaban en  hacer dinero rápido y fácil; lamento decir que los abogados que me recomendaron mis amigos parecen ser la rémora de aquellos emigrantes y mucho me temo que si ellos son así ya nos podemos imaginar cómo pueden haber sido sus antecesores.

Toda la situación en Venezuela me ha causado un enorme  estrés y la misma  me obligó a recurrir a un médico para que me mantuviese bajo control  mis constantes por cuanto mi tensión se disparó. De hecho la situación de abuso y menosprecio de estos señores hacia mi persona, como cliente y como ser humano (no puedo entenderlo de otra manera) ha conseguido que mi tensión alcanzase picos muy peligrosos que pudieron poner en peligro mi salud.

Buscando remedio a mi situación he tenido interesantes conversaciones con el galeno que me atiende, Eduardo Jhan, quien, como venezolano,  no puede asimilar que estos señores hayan obrado de tal manera. Cuando lo hemos comentado, barajando todas las posibilidades que tenían (por ejemplo, con el carnet o la cédula, enviarla escaneada o por una fotografía sacada con el teléfono) nos preguntábamos entre otras cosas: ¿es que son retrasados? ¿No saben resolver un problema tan simple? O con el caso de las planillas necesarias para rellenar: ¿no las pueden bajar de internet? ¿Mandar a un motorizado que les cobraría unos cien bolívares? Y la conclusión fue: no se trata sólo de que no sean profesionales competentes, no se trata sólo de que sean ineptos para resolver problemas sencillos; no, simplemente la respuesta es que lo “único” que les interesa en esta vida a estos dos hermanos abogados es el dinero fácil. Conseguir mucho dinero de la forma más fácil posible.

Es la única explicación. No les interesa el trabajo bien hecho. Tampoco desean quedar bien con los amigos comunes que los recomendaron. No se preocupan por el daño que esto pueda ocasionar al “honor” y el “buen hacer” de aquellas personas que me aconsejaron recurrir a sus servicios. No les preocupa tampoco por dejar una buena imagen en el cliente que tienen delante de ellos, aunque sea por amor propio. Y, sin duda, es evidente que no tienen orgullo profesional ni tampoco un mínimo de dignidad. Y todo esto llevó a Eduardo, mi médico, decir algo que ya yo había pensado: ¡parecen retrasados!

Por ello mi querida amiga, te podrá doler mucho, pero lamentablemente, por el cuerpo de estos señores corre sangre española. Son la viva representación de la parte menos digna que ha quedado del paso de una generación venida a estas tierras de la península ibérica. Sí, es esa parte que nos avergüenza, pero que, lamentablemente también existe. Y al César, lo que es del César. Y sí estos españoles y sus ancestros fueron movidos sólo por el ansia de dinero fácil, hay que decirlo claramente. Hay que separarlos de aquellos otros que contribuyeron, y todavía contribuyen,  a levantar esta nación que es Venezuela con trabajo honesto y con el amor al buen hacer. Pero, lamentablemente, estos señores no están entre ellos.

 

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Comentarios

M
<br /> Sí, así es. Es como en esa pelicula Atrapado en el tiempo o El día de la marmota: te levantas un día y otro y todo sigue igual, no hay forma de avanzar. A ver si de una vez esto comienza a<br /> caminar hacia el futuro. Un abrazo Raquel.<br />
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R
<br /> Me recuerda tristemente leer esto, aquella pesadilla del dia de la marmotaen la que nada parece avanzar  todo se repite y uno permanece atrapado.<br /> <br /> <br />  <br />
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